Por Nora Fusillo
Nuestra conciencia en valores se forma
investigando las causas de las conductas que asumimos sin juzgarlas, sino
tratando de explicárnoslas a través de buenas preguntas cuyas respuestas
están únicamente en nosotros.
El
valor es una condición positiva que apreciamos en nosotros y en los otros.
También le damos a esta palabra la acepción de "coraje". Justamente, esta
cualidad surge a partir del entramado sólido que se construye con el
ejercicio de nuestros valores. Entonces, requerimos de coraje para sostener
nuestros valores, y este se nutre de ellos. Los valores como tales crean una
atmósfera de equilibrio y armonía entre nuestro mundo interior, ese que
tiene que ver con el balance entre nuestras genuinas aspiraciones
personales, y las presiones del mundo exterior, compuesto por la sociedad
local y la global. Incluimos a esta última debido a las características
actuales de interacción por las comunicaciones y a la necesidad de pensar en
términos de preservación de nuestro medio ambiente.
Este enfoque se diferencia por proponer
que es más importante asumir una actitud que nos aleje de etiquetar los
pensamientos, las decisiones y las acciones como buenos o malos. Resulta muy
efectivo, en la práctica de valores, antes de elegir, evaluar o reflexionar
sobre una alternativa, preguntarnos si esta decisión que hemos de tomar es
positiva para nosotros y para los demás involucrados en ella.
A la formación de valores se llega a
través de un proceso de aprendizaje libre y alimentado de amor
incondicional, que reúne características que lo distinguen particularmente.
Se aprende mediante la prueba y el error, sin premio ni castigo,
reflexionando para descubrir la lección que cada situación tiene para
aportarnos. Reconceptualizar el error como fuente de aprendizaje y de
creatividad es esencial desde esta visión. En lugar de esperar recibir un
premio ante el acierto, veremos que el genuino reconocimiento, tanto por el
logro como por el aprendizaje, nos llega necesariamente, y es fundamental la
existencia del espacio para construir la autovaloración.
Nuestra conciencia en valores se forma investigando las causas de las
conductas que asumimos, sin juzgarlas, sino tratando de explicárnoslas a
través de buenas preguntas cuyas respuestas están únicamente en nosotros.
Este proceso de aprendizaje resulta
posible cuando evitamos pensar en términos de "deber", "obligación",
"adaptación", "amoldamiento", "dependencia", "domesticación",
"sometimiento". El proceso de aprendizaje, por el contrario, como las demás
acciones de nuestra vida, es exitoso cuando está conectado con el placer por
lo que hacemos, cuando disfrutamos y gozamos de las acciones que dan sentido
a nuestra vida.
Evidentemente, todo este proceso es
posible cuando tenemos conciencia de nuestra autoestima, que es la
valoración, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Podemos experimentar
la dicha de compartir cuando nos conectamos con la grandeza, la paz y la
sabiduría que habita en nuestro interior, alejándonos de influencias
externas que nos contaminan, y volcándonos a la autoreferencia, que es el
contacto con nuestro verdadero "yo", con nuestro ser. Y esto es estimarnos
verdaderamente.
Quizás, a esta altura, convenga
detenernos un poco en la relación que existe entre los valores y la
prosperidad. Lamentablemente, existen ciertas creencias arraigadas en
nuestro interior, que asocian negativamente el éxito, el dinero o los bienes
materiales, y que inciden directamente en una disminución de nuestros
valores, llevándonos a caer en el escepticismo, la indiferencia y la ironía.
Por el contrario, asociándolos positivamente como posibles y dignos de ser
alcanzados en la justa medida de nuestra satisfacción, nos vinculamos con un
trabajo unido a la realización, conectado con la alegría y la armonía en
todos los planos de nuestra vida.
Teniendo conciencia de nuestro ser y del
significado claro del concepto de prosperidad en su sentido más amplio,
buscaremos todo lo necesario para acceder a una mejor calidad de vida. Ir
más allá de esto es perder la referencia con nuestro Yo, perseguir la
obtención de bienes por el solo fin de acaparar, lo cual nos distrae de
nuestra verdadera esencia.
Cuanto más arriba hablamos de los planos
en los que se desarrolla nuestra vida, nos estamos refiriendo a romper con
esa concentración de la atención únicamente en lo material, que en nuestros
días parece ser lo único importante, para integrar también los planos
emocional, mental y espiritual, que son los que completan nuestra
existencia.
Trabajemos entonces para crear en
nosotros una conciencia de abundancia, de riqueza, a través del pensamiento
creativo. Tengamos siempre en cuenta que, en todo paso adelante que se ha
dado en la humanidad, siempre el progreso estuvo primero creado y visto en
la mente de su creador.
Es muy importante señalar, además, que
este es un trabajo que no termina en nosotros. Muchos somos padres,
educadores, dirigentes de organizaciones de todo tipo. Es extensivo también
a los responsables de medios y al Estado como educador y tutor del bien
común. Y como tales, es vital el compromiso, que nos gratificará con la
oportunidad de contribuir positivamente a la evolución de la humanidad.
En este punto, les acerco una cita de
Taido Matsubara, un sacerdote budista estudioso de las religiones judeo-cristianas
de la antigüedad: "Los adultos necesitamos asumir la responsabilidad de dar
base para el desarrollo espiritual de los niños, permitiéndoles cultivar una
mente flexible".
En nuestras manos está establecer una
nueva forma de vida inspirada en una cultura de paz, amor, cooperación,
libertad y felicidad.
Respecto de este tema, algunas acciones
positivas ya son realidad en nuestros días. El programa "Valores para vivir"
es un proyecto educativo basado en la filosofía "ganar-ganar", sin utopías,
abordando los conflictos de modo tal que no exista en su resolución ningún
perdedor. Se trata de un trabajo conjunto de una red de educadores de todo
el mundo, el Claustro de Educación de UNICEF Nueva York, el Comité Nacional
de UNICEF de España y la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris, esta
última con una banca permanente en las Naciones Unidas como mensajera de la
paz mundial. Este proyecto ya ha sido experimentado con éxito en 72 países y
se encuentra disponible en los siete idiomas más hablados del mundo.
Los objetivos de este programa son:
desarrollar de forma práctica los valores en el currículo escolar y en
cualquier ámbito educativo formal e informal; y comprender la implicación
práctica de los valores en relación con uno mismo, los demás, la sociedad y
el mundo en general.
Como característica innovadora en la educación en valores, ha sido diseñado
mediante un kit de cartas, con el cual los chicos aprenden jugando.
Los lineamientos de “Valores para vivir”
están basados en la potenciación del desarrollo integral de la persona,
reconociendo su dimensión física, intelectual, emocional y espiritual,
fundamentando la relación entre valores y educación en el hecho de que no
puede haber una buena educación sin valores. Presupone asimismo la
cooperación de toda la comunidad educativa en el proceso de educar y
construir alternativas para la resolución de conflictos basadas en una nueva
forma de vida inspirada en una cultura de paz.
Los “Valores para vivir” han sido
consensuados mediante una votación llevada a cabo por chicos de los cinco
continentes, y su práctica es enseñada en relación con uno, con el otro, con
la sociedad y con el mundo. Estos son: cooperación, libertad, felicidad,
honestidad, humildad, respeto, responsabilidad, sencillez, amor, paz,
tolerancia y unidad.
Podemos estar de acuerdo, podemos
disentir en temas semánticos, cambiar los nombres por unos más apropiados
según nuestro criterio, pero esta ya es una iniciativa que existe, que está
siendo llevada a la práctica y que redunda en beneficios para todos aquellos
que toman contacto con ella.
Para redescubrir los valores humanos
universales de la vida, sólo necesitamos mirar dentro de nosotros.
Para quienes quieran ahondar en este
tema, recomiendo como fuentes inspiradas de lectura las obras del Dr. Deepak
Chopra (Las siete leyes espirituales del éxito), Virginia Satir (Contacto
íntimo), William Ury (Alcanzar la paz), Anthony de Mello (Autoliberación
interior y Reflexiones sobre el verdadero amor) y Brahma Kumaris World
Spiritual University (Valores para vivir).
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