Superar el desempleo

CLAVES PARA VOLVER AL TRABAJO

Por María Gabriela Ensinck

Asesoramiento: Nora Fusillo

La pérdida del empleo provoca una crisis que obliga a recurrir a todo el potencial interior y a las redes de sostén familiares y sociales para no caer en la depresión. Testimonios de quienes superaron el mal momento y qué estrategias implementaron.

Es un golpe, una prueba, un desafío. No cabe duda de que la pérdida del trabajo representa una de las situaciones más difíciles que pueda afrontar una persona. Y hoy, en un país con una tasa de desempleo que ronda el 18%, nadie está exento de que algo así le suceda. Sin embargo, hay quienes pueden salir de la crisis -incluso fortalecidos- mientras otros se hunden en el pantano de la depresión.

La diferencia tal vez no resida sólo en la preparación académica de cada uno o en la experiencia que haya acumulado, sino en cuestiones que tienen que ver con la actitud frente a la crisis, y con la red de contención familiar y social que encuentra el desocupado para salir de su situación.

Mónica Martín (35), licenciada en Comunicación, lo comprobó en carne propia hace dos años, cuando fue desplazada de su cargo en la Dirección de Relaciones Institucionales del Correo Argentino, luego de una reestructuración de la empresa, donde había entrado a trabajar a los 16 años.

"Empecé como aprendiz, y había legado a la máxima categoría. Luego de ser mamá por segunda vez, intenté reintegrarme, pero me dieron el retiro voluntario, dado que no había cabida para mi papel en la nueva estructura".

Allí empezó una nueva etapa. "Quedarme sin trabajo fue un aprendizaje doloroso -cuenta Mónica-. Dejé a la nena más chica en una guardería y empecé a buscar. Repartí mi currículum por todos lados y fui a cientos de entrevistas".

La búsqueda fue difícil, pero su actitud marcó una diferencia. "Después de varios meses, el primer empleo que conseguí fue como telemarketer. La persona que me tomó me advirtió que no era mi perfil, y además pagaban una miseria. Pero yo insistí, necesitaba ese trabajo para demostrarme que podía competir. Me hubiera enfermado si seguía buscando infructuosamente", confiesa.

Actualmente Mónica trabaja part time en la consultoría telefónica de una organización humanitaria internacional. "este empleo lo conseguí por recomendación de un conocido", revela. Y hace su balance: "No fui a terapia ni a grupos para desocupados, pero tuve un buen sostén familiar y de amigos que me apoyaron en todo momento".

NUEVO ESCENARIO

Hoy se vive en un mundo sin certezas. El trabajo estable, en relación de dependencia tal como se lo conoció unas décadas atrás, se está extinguiendo.

"En la era de los servicios hay quizá más oportunidades laborales que en épocas anteriores, pero son trabajos diferentes. Casi todos responden al autoempleo", señala Marité Salvat, presidenta de la Fundación Salvat, entidad que desde hace 6 años lleva a cabo un programa para la reinserción laboral mediante grupos de encuentro para desempleados y apoyo a microemprendedores.

Salvat señala: "Lo primero que hay que tener en este nuevo mercado de trabajo es una actitud positiva frente a las nuevas oportunidades. Si uno está teñido de negativismo, no las ve. Pero para poder detectarlas, hay que conocer el mercado de trabajo y tener conciencia de las propias capacidades y defectos, reforzar la autoconfianza y la autoestima. Lo básico es saber que uno puede lograrlo".

Antes se demandaban habilidades técnicas como inglés y computación para acceder a un empleo. Hoy, además de todo eso, se requieren ciertas aptitudes como la capacidad de trabajar en equipo, la creatividad y la iniciativa. En el caso de los emprendedores, la posibilidad de asumir riesgos y la preparación para el cambio permanente son fundamentales.

Pero estas cosas no se aprenden en ninguna universidad. Según Salvat, "la adaptación a esta nueva realidad sólo se consigue a través de un trabajo interior de reflexión y un intercambio en grupo".

CRISIS Y OPORTUNIDAD

Nora Fusillo es consultora de empresas y autora de un libro de título provocador: "Se acabó el desempleo" (Norma). En él sostiene que se puede aprovechar una crisis laboral para descubrir el potencial interior y generar uno mismo el trabajo que se merece.

La clave para no caer en el pozo es, según la consultora, la autoestima: "Cuando alguien pierde el empleo cree que no sirve, que no es capaz. Hay gente que trabajó toda su vida en una empresa y piensa que no sabe hacer otra cosa. Le cuesta abrirse a la posibilidad de hacer algo distinto o de crearse su propio trabajo".

Algo así le sucedió a Cristina Rodríguez (42), contadora pública, quien de la noche a la mañana se vio en la calle al cerrar la empresa familiar donde había trabajado durante 20 años. "De pronto me encontré fuera del mercado. No había hecho cursos, no me había actualizado, ni había buscado alternativas, aunque sabía que la empresa estaba por quebrar", admite. "Me costó mucho reponerme anímicamente. Al principio, no encontraba el camino para desarrollar mi profesión".

Por entonces, cayó en sus manos el libro de Fusillo. "Lo leí varias veces, hasta que pude asumir la pérdida y empecé a ver otras posibilidades dentro de mi carrera, como la decencia y el hacer peritejes -cuenta-. Conseguí otro trabajo en relación de dependencia, pero volví a perderlo. Sólo que esta vez el golpe no me agarró desprevenida. Pude superarlo rápido".

Luego de dos años, Cristina consiguió armar una pequeña cartera de clientes, por referencias de amigos y conocidos. También se contactó con una colega en su misma situación y juntas crearon una consultora de capacitación para microempresarios.

"Hice un clic -reflexiona Cristina-. En estos dos años de crisis despegué e hice todo lo que no había hecho en 20 años de trabajo".

Su socia, Carmen Gómez (43), contadora, también cree que el quedarse sin empleo fue lo que la impulsó a buscar una ocupación mejor. "Trabajé 15 años en relación de dependencia, pero no estaba conforme. Me pesaba tener que cumplir el horario. Renuncié y estuve tres meses desempleada, pero de a poco fui acrecentando mi cartera de clientes. Cuando dejé de lado la angustia que me paralizaba, empecé a tener más trabajo. Los demás notaron el cambio de actitud, y al verme segura, me recomendaron. Se me abrió el panorama", asegura.

Ejemplos de que, al perder el trabajo, algo termina, pero también algo puede empezar.