Miércoles 4 de Octubre de 2000

Lo que se escribe

DE UNA ACCIÓN QUE PERDURA

"En medio de una transición como la actual, para la que no se prepararon redes de contención, se generaliza la inseguridad y prima la necesidad de sobrevivir; caen los valores y se adoptan actitudes que, sin duda, no se elegirían en una situación normal.

Ante la realidad de hoy, la mejor vía de solución es la restauración de un sistema educativo que vuelva a poner en primer plano las habilidades, que creíamos no tener, y los valores perdidos. Para ello, es necesario retomar la educación en lugar de la mera instrucción. Educar significa desarrollar las facultades físicas, morales e intelectuales del ser humano, mientras que instruir está relacionado con impartir lecciones, ciencia, conocimiento.

El origen de esta primacía de la instrucción sobre la educación parte de una necesidad que todavía en la actualidad está permitida. Durante décadas, el sistema educativo estuvo orientado a formar fuerza de trabajo, es decir, a dar herramientas para realizar determinadas tareas y para resolver las dificultades de la forma mecánica".

La amplitud de posibilidades para resolver el problema que brinda el avance tecnológico actual, hace necesaria la puesta en juego de un plus personal por sobre la técnica, es decir, todo aquello que es propio y original de cada persona y que la diferencia del resto. La formación técnica es necesaria como base, pero es insuficiente.

La realidad de hoy demuestra que para encontrar un lugar en el mundo es fundamental e indispensable el desarrollo del espíritu emprendedor, no sólo porque el empleo está en crisis, sino porque las empresas, para adecuarse con los constantes cambios del mercado, viven en un proceso de reorganización permanente. Ya no es válida aquella experiencia del pasado por la cual una personal ingresaba en un organización y, por el solo hecho de cumplir correctamente con sus funciones, tenía garantizado su puesto de trabajo hasta su jubilación, mientras la empresa continuará con su negocio.

Por eso, es urgente replantear la educación para que, además de ofrecer una formación técnica, se oriente a potenciar valores y a desplegar el talento que se traducirá en innovación, creatividad, imaginación y capacidad de aprendizaje continuo e independientemente de la edad o del período de la vida.

En este marco, el pensamiento y la vida de Domingo Faustino Sarmiento adquieren asombrosa vigencia. El sentó las bases del sistema educativo que rige hasta hoy en la Argentina y en otros países de Latinoamérica, con la convicción de que en todo ser humano existe una fuente de información, "siendo dado a pocos saber sacarles lo que tienen en el vientre".

La anticipación de su pensamiento y de su manera de vivir lo convierten en un contemporáneo que aún continúa vigente y en un modelo a imitar. Autodidacto por excelencia, trabajó en su propia formación como nadie en nuestra historia, y sin contar con los medios que hoy están a nuestro alcance.

En forma intuitiva, aplicó la mayoría de los postulados que propone el Modelo de Transformación Personal (MTP), un camino para enfrentar estos nuevos tiempos, basados en el replanteo de las formas de relación".

(De Sarmiento, maestro del éxito", por Araceli Bellota y Nora Fusillo, Grupo Norma, Buenos Aires)